Publicado por Joaquín Olona, 8 de Enero de 2014.
De cada 100 € pagados en España en la compra de alimentos 28 € van a parar al agricultor. Los 72 € restantes corresponden a las actividades de comercialización, industrialización y distribución.
El tan ahelado reequilibrio de la cadena alimentaria tiene más de retórica que de realidad. A la sociedad le interesa su bienestar, que depende cada vez menos del dinero que reciben los agricultores y cada vez más de los servicios, garantías y facilidades de los que disfrutan los consumidores finales. Unos valores bastante costosos y vinculados, sobre todo, a la industria, el comercio, la distribución y la hosletería.
No es sensato creer que los agricultores puedan recibir más dinero detrayéndoselo al resto de los eslabones de la cadena, por mucho que esta se acorte. La fracción agrícola no aumentará sino que continuará reduciéndose todavía más. En Estados Unidos no es el 28% sino el 19%.
Pero la mejora del bienestar general no puede ni debe excluir a los agricultores cuya economía no mejorará detrayendo servicios a los consumidores sino aumentándolos y, sobre todo, afrontando las deficiencias estructurales productivas, que son muy graves. Un enfoque cada vez más alejado de las preferencias vigentes, más partidarias de repartir peces que buenas cañas con las que pescarlos.
Ver artículo relacionado «La cadena alimentaria. Mitos y retos». Publicado por J. Olona en Agronegocios (14-20/09/2012).