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En qué gasta el dinero la UE y quién lo decide.

Publicado por Joaquín Olona y Javier Lorén en Heraldo de Aragón (5-08-2014).

Las políticas que impulsa la UE con su presupuesto carecen del debate y legitimidad propias de una democracia avanzada. Sin embargo condicionan, de forma muy determinante, las políticas nacionales y regionales sin que sepamos muy bien a qué intereses responden unas decisiones que benevolentemente atribuimos a Europa. Por ejemplo, pagar a los agricultores  a cambio del cumplimiento de ciertas exigencias ambientales sin importar la productividad de su trabajo ni la comptetitividad de sus productos, que no es lo que necesita nuestro sistema agroalimentario.

Presupuesto comunitario 2013Leer artículo completo

Campo y ciudad: un futuro común.

Participación de Joaquín Olona en  el IV Congreso Nacional de Desarrollo Rural (Campo y ciudad: un futuro común) celebrado entre los días 10 y 12 de Febrero de 2014 en Zaragoza y en el marco de la 50ª Ed. de la Feria Internacional de Maquinaria Agrícola (FIMA).

Ante la evidencia de que el mundo es cada vez más urbano cabe preguntarse si el desarrollo rural es una quimera o una realidad. Del futuro no sabemos nada pero el pasado reciente nos ofrece lecciones de las que aprender y con las que contribuir a un devenir que también depende de lo que hagamos.

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El sector agrario debe apostar más y con mayor decisión por la mejora de las estructuras agrarias en el marco del Segundo Pilar de la PAC. Porque es de la mejora estructural, más que de las  ayudas directas, de lo que depende el futuro del campo y, por su contribución a la alimentación, también el de la ciudad.

La PAC es objeto de un elevado nivel de exigencia en relación con su aportación al desarrollo rural que, al gravitar sobre dicha política, podría resultar incluso desproporcionado si se tienen en cuenta los objetivos expresamente asignados a la PAC por el artículo 39 del Tratado de Funcionamiento de la UE (TFUE).  Sin embargo, el desarrollo rural ni siquiera es una prioridad para la  Política de Cohesión a pesar de que el artículo 174 del TFUE, al fijar sus objteivos, hace referencia expresa a las zonas rurales.

En cualquier caso, el nuevo Reglamento 1305/2013 del FEADER incluye entre sus objetivos la competitividad agrícola pudiendo destinarse al mismo hasta un máximo del 65% de los fondos. Al igual que su antecesor (Reglamento1698/2005) contempla medidas que son las adecuadas para mejorar la estructura agroalimentaria. Hablamos, naturalmente, de modernización de explotaciones, incorporación de jóvenes, regadíos, concentración parcelaria, transferencia tecnológica, comercialización e industrialización agraria y otras acciones asociadas a la inversión, la innovación, la creación de empleo y la productividad. Prioridades en las que el sector agrario haría bien en centrar su atención, tanto en relación con los nuevos Programas de Desarrollo Rural  2014-2020 así como con los retos de crecimiento económico y empleo a los que también debe contribuir el campo y no sólo la ciudad.

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Marco Estratégico Común 2014-2020.

Documento de trabajo de la CE, de 14 de marzo de 2012, en el que se establecen las bases estratégicas para la coordinación efectiva, durante el periodo de programación 2014-2012 de los diferentes Fondos Europeos que sustentan las políticas de cohesión, agrícola y pesquera: Fondo Europeo de Desarrollo regional (FEDER), Fondo Social Europeo (FSE), Fondo de Cohesión,  Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER) y Fondo Europeo Marítimo de Pesca (FEMP).

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La política de cohesión 2014-2020.

La revista Panorama Regio de la Comisión Europea, presenta las principales características de la política de cohesión comunitaria relativa al nuevo periodo de programación 2014-2020. Incluye ejemplos de proyectos y actuaciones mediante los que se visualizan las prioridades a las que pretenden atenderse en la nueva etapa.

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MEJORAR LAS RELACIONES ENTRE EL CAMPO Y LA CIUDAD (J. Olona. Heraldo de Aragón 18-04-2010)

LOS PROBLEMAS QUE SE APRECIAN DE DESPOBLACIÓN RURAL Y DE DESEQUILIBRIO ESPACIAL JUSTIFICAN LA NECESIDAD DEL ENFOQUE TERRITORIAL DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS.

Frente a la tradicional polarización entre lo rural y lo urbano, cada vez toma más fuerza la idea de potenciar las relaciones entre ambos y con el fin de impulsar el desarrollo del territorio en su conjunto.

Los problemas de despoblación rural y de desequilibrio espacial, especialmente visibles en Aragón, unidos a la necesidad de equiparar las condiciones de vida de los ciudadanos con independencia de su residencia, justifican la necesidad del enfoque territorial en la las políticas públicas.

El reciente Tratado de Lisboa añade expresamente la dimensión territorial al principio de Cohesión que, hasta ahora, sólo se contemplaba formalmente desde la perspectiva económica y social. Por otro lado, el Libro Verde sobre la Cohesión Territorial de la Comisión Europea pone un especial énfasis en las relaciones y vinculaciones entre el “campo y la ciudad”. De este modo responde a los planteamientos de la Estrategia Territorial Europea, aprobada en 1999 en Postdam, así como a la más reciente Agenda Territorial de la UE aprobada en Leipzig en 2007.

El desarrollo territorial debe traducirse en la reducción de las desigualdades geográficas, particularmente en las condiciones y calidad de vida de la población. Debería ser simplemente el resultado de la buena gestión de unas políticas públicas bien diseñadas y coordinadas. Esto no se consigue por el mero hecho de crear más y más órganos y organismos que, en ocasiones, lo único que consiguen es aumentar el gasto y dificultar todavía más la coordinación. Tampoco se consigue anteponiendo los intereses institucionales, cuando no meramente partidistas, a las necesidades y problemas reales de la gente. La instrumentalización político-partidista de los procesos de descentralización administrativa, la excesiva focalización de la Ordenación Territorial sobre el urbanismo, la clamorosa falta de colaboración ministerial y departamental en la puesta en marcha y aplicación de la Ley para el Desarrollo Sostenible del Medio Rural, la desvinculación de la Política de Desarrollo Rural de la Política de Cohesión de la UE o la escasa visibilidad del enfoque territorial en ésta última son ejemplos que ponen de manifiesto las insuficiencias institucionales y políticas a las que debe hacerse frente si se quiere abordar en serio el objetivo de la cohesión territorial.

Pero también es preciso avanzar en una mejor comprensión de lo “urbano” y lo “rural”. Aunque son conceptos muy intuitivos no son tan útiles ni operativos como parece. Llama la atención, por ejemplo, que nunca se haya conseguido una definición formal y precisa, plenamente aceptada, ni de la ruralidad ni de lo urbano. El tratamiento tradicionalmente separado de ambos conceptos resulta cada vez más inadecuado siendo conveniente adoptar una nueva visión, más sencilla y práctica, en la que simplemente se considere el territorio en su conjunto. Lo rural y lo urbano no son entes aislados y separados sino que es de forma conjunta como configuran la realidad y la dinámica territorial que observamos. Éstas surgen de unas complejas relaciones sociales, económicas, ambientales e institucionales cuya puesta en valor e intensificación es una de las claves sobre las que abordar una nueva estrategia de desarrollo más útil y efectiva para todos, que es lo que interesa.

Estrategia Europa 2020.

La Estrategia Europa 2020, formulada bajo el eslógan «Un crecimiento inteligente, sostenible e integrador» es la Comunicación a través de la que la Comisión Europea presenta, en marzo de 2010, las directrices estratégicas para afrontar la nueva etapa de programación 2014-2020, afrontando el escenario de profunda crisis económica y financiera.

Descargar Estrategia 2020 de la CE pdf.

INNOVAR DESDE EL TERRITORIO (J. Olona. Heraldo de Aragón, 21-02-2010)

El Segundo Congreso Nacional de Desarrollo Rural, organizado por el Colegio de Ingenieros Agrónomos de Aragón, Navarra y País Vasco en el ámbito de la 36 edición de la FIMA recientemente llevada a cabo en Zaragoza, ha puesto de manifiesto que innovar desde el territorio, que es tan necesario como posible, implica impulsar cambios en la economía y en la sociedad rural para mejorar su calidad de vida y lograr un desarrollo regional mejor y más equilibrado. No puede pretenderse poner en conserva el campo ni tampoco congelar nuestros pueblos y sus gentes convirtiéndolos en museos. Se necesita un medio rural vivo, activo y productivo, bien relacionado con las ciudades y con los mercados.

La innovación requiere de personas capaces de generar nuevas ideas y de llevarlas a la práctica asumiendo riesgos, que son consustanciales al proceso innovador. La innovación se alimenta de los avances científicos y tecnológicos, a los que la sociedad rural no puede ni debe renunciar. La innovación debe traducirse en actividades productivas orientadas al mercado contribuyendo al mismo tiempo a la cohesión social y territorial así como a la mejora ambiental.

La agricultura es imprescindible para la economía y la ecología rurales; también para afrontar los restos de una población en continuo crecimiento y que aumenta sin cesar su demanda de alimentos, fibras y energía; también sus exigencias de calidad y seguridad. Para lograr una agricultura más eficiente, limpia y segura deben aprovecharse todos los conocimientos y herramientas tecnológicas disponibles, que son múltiples y diversas. Los criterios científicos y técnicos deben tener más peso e influencia en la opinión pública y en la decisión política puesto que son especialmente adecuados y útiles para luchar contra la arbitrariedad, el capricho y el fundamentalismo de cualquier naturaleza, incluido el conservacionista.

La agricultura, a lo largo de su historia, ya ha demostrado sobradamente su capacidad para adaptarse al continuo incremento de necesidades y exigencias de todo tipo; lo ha hecho, y lo seguirá haciendo, gracias a la innovación tecnológica. Pero la agricultura, y mucho menos el resto de actividades rurales tradicionales, no pueden dar respuesta, por sí mismas y en exclusiva, a las necesidades y retos de una sociedad rural verdaderamente avanzada. Sin renunciar a la agricultura y aprovechando todas las posibilidades que ofrece el medio rural necesita de nuevas actividades productivas generadoras de valor añadido y de empleo. El desarrollo rural no puede prescindir de la agricultura como base económica esencial pero debe enmarcarse en el objetivo más amplio de la cohesión territorial introducido por el reciente Tratado de Lisboa de la Unión Europea.

Las infraestructuras y los servicios de telecomunicación son esenciales para la economías y el bienestar de la población rural, que no puede excluirse de la nueva sociedad de la información y del conocimiento. Estas infraestructuras y servicios se han convertido en factores fundamentales de vertebración y de cohesión económica, social y territorial, que son los objetivos a los que aspira el verdadero desarrollo regional y a cuyo logro debe contribuir el desarrollo rural. También se han convertido en una herramienta clave al servicio de la innovación productiva y de los mercados, que es hacia donde debe enfocar preferentemente sus objetivos la política y la sociedad rural.

La Estrategia de Lisboa.

La Estrategia de Lisboa es la respuesta estratégica que adopta el Consejo Europeo, en marzo de 2000, para hacer frente a los retos de la globalización mediante el desarrollo de la economía del conocimiento. Plantea como objetivo que la UE sea, en 2010, la zona más atractiva y competitiva del mundo para invertir, vivir y trabajar.

Descargar Conclusiones del Consejo de Lisboa de Marzo de 2000 pdf.

Descargar el informe del Wim Kok pdf.

Descargar evaluación de del CE sobre la Estrategia de Lisboa pdf.

El nuevo paradigma rural.

Documento publicado en 2006 por la OCDE en el que se formula que lo rural no es sinónimo de agricultura ni de declive y que el desarrollo rural, que debe enmarcarse en el contexto más amplio de la política regional, exige una política amplia que integre y coordine las diferentes políticas sectoriales.