Publicado por Joaquín Olona, 4 de noviembre de 2014.
El informe sobre Cambio Climático publicado el pasado día 1 de noviembre por el IPCC identifica importantes riesgos para la agricultura y la alimentación recomendando, a su vez, acciones de mitigación y adaptación con las que hacerles frente y que se traducen en grandes oportunidades.
Fuente: IPCC, 2014.
RIESGOS. Se prevé que el cambio climático reducirá la seguridad alimentaria. Sin acciones de adaptación, las regiones tropicales y templadas verán reducirse sus producciones de trigo, arroz y maíz. La reducción de los recursos renovables de agua y subsiguiente intensificación de la competencia entre usos, junto con el aumento de la demanda de alimentos, plantean importantes riesgos para la seguridad alimentaria mundial.
MITIGACIÓN. En la agricultura, las opciones de mitigación más rentables son la gestión del suelo y de los pastos así como la reposición de materia orgánica en los mismos. Por el lado de la demanda, los cambios en la dieta así como la reducción de las pérdidas en la cadena alimentaria, tienen un significativo, aunque incierto, potencial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
ADAPTACIÓN. Las opciones de adaptación para la agricultura incluyen respuestas tecnológicas, mejora del acceso de los pequeños agricultores al crédito y otros recursos críticos de producción, el fortalecimiento de las instituciones a nivel local y regional, y mejora del acceso al mercado a través de reformas en el comercio. Las acciones para hacer frente a la disminución de la producción y la calidad de los alimentos incluyen el desarrollo de nuevas variedades de cultivos adaptados a los cambios de CO2, la temperatura y la sequía; mejora de la capacidad para la gestión del riesgo climático; y la compensación de los impactos económicos del uso del suelo. Mejorar el apoyo financiero y la inversión en la producción de las pequeñas explotaciones también puede proporcionar beneficios. También puede hacerlo la ampliación de los mercados agrícolas y la mejora del comercio mundial, siempre y cuando todo ello contribuya a reducir la volatilidad de los precios y a una mejor gestión de la escasez de alimentos causada por el cambio climático.