El vino forma parte de la dieta mediterránea y, consumido con moderación, es bueno para los adultos sanos.

Asociado al vino hay todo un patrimonio cultural que conocer, proteger, fomentar y del que disfrutar. El vino es un magnífico embajador de los territorios y de sus gentes. La magia del vino permite viajar con la imaginación desde cualquier rincón del globo al lugar donde se ha producido. Son las emociones que transmite el vino las que están haciendo que el mundo se interese por él. La moderación y el consumo responsable exigidos por el vino son también valores educativos en sí mismos, muy útiles para mejorar la convivencia y la sociedad.

Pero, alrededor del vino, se ha generado también un exceso de sofisticación que, además de injustificada e innecesaria, intimida, asusta e, incluso, causa rechazo. Elegir el vino, en según qué circunstancias, se ha convertido en todo un reto; y no digamos probarlo para confirmar su idoneidad. Lo que interesa es facilitar el acceso a la cultura y a los beneficios del vino a través de la educación, porque sólo a través de ella puede transmitirse el valor clave asociado al mismo: la moderación.

Desde hace mucho tiempo viene poniéndose en nuestro país un excesivo énfasis en la condición alcohólica del vino. Por supuesto que es una bebida alcohólica; cuestionarlo sería absurdo e irresponsable. Pero también deberían recalcarse con más ahínco sus valores y beneficios. Porque a fuerza de asociar el vino con el alcohol el consumo de vino en España se reduce sin cesar. Hubo incluso quien, desde el Gobierno, pretendió prohibirlo no hace mucho.

Todos los alimentos, consumidos en exceso o de forma inadecuada, conllevan riesgos para la salud. La sobrealimentación, sin ir más lejos, genera obesidad, uno de los problemas sanitarios más extendidos en el mundo desarrollado.  El vino forma parte de la dieta mediterránea y, consumido con moderación, es bueno para los adultos sanos; por supuesto ajenos al alcoholismo o a cualquier otro problema que lo desaconsejen expresamente. Asociar el vino con la alimentación saludable resulta esencial para que, a través de la educación, la población pueda disfrutar de sus beneficios evitando sus riesgos.

El vino también es economía, esencialmente rural. El sector del vino, como actividad productiva, es una de las más y mejor integradas del sistema agroalimentario. La viticultura, que es el cultivo del viñedo, está íntimamente ligada a la vinicultura, que es la fabricación del vino propiamente dicho. Es obvio que los viñedos están en el campo, pero conviene subrayar que las bodegas suelen estar en los pueblos. De este modo una gran parte del valor añadido asociado al vino se queda en el ámbito rural. El vino, al estar vinculado intrínsecamente al territorio, hace que las bodegas sean prácticamente de imposible deslocalización, que también es muy importante en los tiempos que corren.

Nuestras bodegas, durante los últimos años, han realizado grandes avances de internacionalización. Es ya mucho más lo que venden a otros países que en el nuestro. Seguramente, todavía deberán aumentar más las exportaciones. Pero para ello es necesario que los españoles no demos la espalda a la cultura del vino. Si lo hacemos, tal y como apunta la evolución tan desfavorable del consumo nacional, no sólo perderemos un sector económico sino que, lo que es mucho peor, perderemos parte de nuestra propia identidad cultural.

De todos modos, si usted es abstemio, con independencia de la razón, no deje de serlo. Si no lo es, disfrute del vino sin complejos, pero con moderación y buen sentido.

Publicado por J. Olona. Heraldo de Aragón (5-06-2011)