Mientras en la UE domina la desconfianza hacia las biotecnologías agrarias, organizaciones como la FAO o la OCDE consideran las oportunidades que ofrecen.
Las biotecnologías agrarias, como consecuencia de la confusión y controversia que rodea a los transgénicos, están convirtiéndose en la Unión Europea en un tabú. Llama la atención que se produzca esta situación en una sociedad que se autodenomina “del conocimiento” y que aboga por la I+D+i. Sorprende, todavía más, que el sistema público europeo de investigación permanezca prácticamente ajeno a los avances biotecnológicos agrarios abandonándolos, prácticamente, al impulso privado. También resulta sorprendente la aparente contradicción en la que se incurre cuando se valoran muy positivamente los avances propiciados por la biotecnología en el campo de la salud o de la industria y tienden a rechazarse todo tipo de aplicaciones biotecnológicas en la agricultura.
Mientras en la Unión Europea domina la desconfianza hacia las biotecnologías agrarias, organizaciones internacionales como la FAO y la OCDE consideran abiertamente las oportunidades que dichas tecnologías ofrecen para el desarrollo sostenible e impulsan su aplicación. Una muestra de ello es la Conferencia que sobre las Biotecnologías Agrícolas en los Países en Desarrollo acaba de organizar la FAO en Guadalajara (Méjico) durante la primera semana de este mes de marzo. Otra es el estudio publicado recientemente por la OCDE mediante el que propone una agenda política para el desarrollo de lo que llama “Bioeconomía” en el horizonte de 2030.
La Conferencia de la FAO ha señalado que las biotecnologías agrarias no sólo son los transgénicos sino que agrupan una amplia gama de herramientas que se aplican a los cultivos, al ganado, a los bosques, a la acuicultura y a la agroindustria. «Existen muchas tecnologías que se aplican en algunos países en desarrollo, como la fermentación y la inseminación artificial. Debemos enfocar nuestros esfuerzos en mejorar el acceso de los países en desarrollo a estas tecnologías», comentó Shivaji Pandey, representante de la FAO. En la Conferencia se han presentado numerosos estudios de caso que ilustran cómo las biotecnologías pueden ayudar al desarrollo sostenible: marcadores de ADN para mejora ovina en India ó caracterización molecular de cultivos microbianos para producción de alimentos y bebidas fermentadas en la República Dominicana, México y Tailandia.
La Conferencia concluye que cada país debe tener una visión nacional clara del papel de las biotecnologías y examinar las opciones y oportunidades en el contexto de las estrategias y los objetivos nacionales en materia de medio ambiente y de desarrollo económico, social y rural. Se acordó la necesidad de políticas nacionales efectivas y favorables que faciliten el desarrollo y uso de biotecnologías apropiadas. También acordó que los países en desarrollo deberían aumentar las inversiones nacionales en el desarrollo y uso de las biotecnologías para apoyar, en particular, a los pequeños agricultores. El Director General Adjunto de la FAO, Modibo Traoré, explicó que «Las biotecnologías agrícolas no se utilizan ampliamente en los países en desarrollo, y la investigación y el desarrollo de las biotecnologías agrícolas no han sido generalmente dirigidas a las necesidades y problemáticas de los pequeños productores. Esto debe cambiar”. La Conferencia identificó los elementos clave necesarios para poner las biotecnologías agrícolas al servicio del mundo en desarrollo: mayor inversión, cooperación internacional, políticas nacionales efectivas y favorables y marcos regulatorios.Por otro lado, el estudio de la OCDE atribuye a la biotecnología un papel esencial para dar respuesta, eficiente y sostenible, a los serios desafíos que la economía y la sociedad deben afrontar en los próximos 20 años, periodo en el que la población mundial aumentará en más de 1.000 millones de habitantes. El estudio afirma que el uso de las biotecnologías en la agricultura, en la industria y en la salud será global, beneficioso e imparable. Considera imprescindible el desarrollo de nuevas variedades de cultivos y mejoras en el ganado mediante la biotecnología y propone abordarlo aumentando la investigación pública y privada, particularmente en los países desarrollados, y promoviendo la cooperación entre ambas. Entre otras cosas, también propone reducir las barreras a la innovación biotecnológica, promover sus aplicaciones comerciales así como intesificar el diálogo entre gobiernos, ciudadanos y empresas. Todo un reto para nuestros políticos e instituciones regionales, nacionales y europeas, que no siempre concentran su atención en los asuntos verdaderamente importantes. |