Ucrania no tiene la culpa

Publicado en Agronegocios el 20 de junio de 2025

Del deterioro de la renta de una amplia mayoría de agricultores no tienen la culpa las importaciones de cereales, ni tampoco la tienen los acuerdos comerciales, más bien es consecuencia de las incoherencias y anomalías de la PAC que una amplia mayoría no quiere corregir.

Atribuirle las virtudes que no tiene impide mejorar la PAC.

Zaragoza, 1 de julio de 2025

Una reciente nota de prensa (27-06-2025) del Departamento de Agricultura del Gobierno de Aragón, al informar sobre el último pago de la PAC, afirma que las actuaciones en cuestión “demuestran el compromiso del Gobierno de Aragón con un modelo agrario justo, moderno y adaptado a los retos climáticos, tecnológicos y de relevo generacional”.

Es natural que los gobiernos den a conocer las ayudas que pagan y más cuando su cuantía alcanza los 100 millones de euros. Es virtuoso incluso que se haga haciendo referencia al hecho de que los pagos de la PAC son consecuencia del cultivo cuidadoso y responsable de la coordinación institucional entre los tres ámbitos comunitario, nacional y autonómico. Sin embargo, resulta desproporcionado, cuando no preocupante, que la nota de prensa eleve la PAC, en su aplicación vigente, a la categoría de “modelo agrario justo, moderno y adaptado a los retos climáticos, tecnológicos y de relevo generacional”.

Es desproporcionado porque incluso la propia Comisión Europea viene reconociendo la necesidad de mejorar la eficacia de la PAC. Así lo hizo en su Comunicación de 2017 sobre “El futuro de los alimentos y de la agricultura” y así lo ha vuelto a hacer en su última Comunicación presentada en febrero de este mismo año “Una visión para la Agricultura y la Alimentación. Construyendo juntos un sector agrario y agroalimentario atractivo para las futuras generaciones” en la que no sólo reitera la necesidad de mejorar la distribución de la ayuda, sino que expresamente señala la necesidad de concentrar la ayuda en quienes más la necesitan. 

El sistema de derechos individuales y de referencias históricas todavía vigente en España, y que cuenta con un inexplicable apoyo político y sectorial mayoritario en nuestro país, no sólo es una excepción en la UE, sino un serio obstáculo para una distribución más justa y eficaz de la ayuda, para la modernización del sector y, sobre todo, para la incorporación de los jóvenes al sector que ven limitada, cuando no impedida, el acceso a las ayudas. Tampoco cabe considerar modélico el sistema de pagos por superficie al margen de las condiciones socioeconómicas de los beneficiarios, y mucho menos el enfoque  ambiental de la PAC, que está de hecho ampliamente cuestionado por su excesiva ambición y escasa eficacia.

Finalmente, el motivo de preocupación surge de la atribución a la PAC de unas virtudes que no tiene (justa, moderna y adaptada a los retos) coincidiendo justo con el inicio de un nuevo proceso de reforma que amenaza con volver a dejar los cambios necesarios en el tintero. Lamentablemente, no parece que la reforma en profundidad que necesita la PAC cuente precisamente con el impulso mínimo necesario para hacer frente a sus graves deficiencias e incoherencias que son las que realmente amenazan su eficacia y, sobre todo, el futuro de la agricultura familiar y profesional, la misma que saca de vez en cuando sus tractores a las calles y carreteras para mostrar su enfado y hartazgo.

Equiparación de rentas agrícolas: la promesa pendiente de la PAC.

Publicado en Plataforma Tierra 28 de mayo de 2025

La propuesta planteada supone focalizar la PAC en el modelo familiar y profesional con el propósito de equiparar las rentas, lo que implica a su vez concentrar la ayuda en quienes, cumpliendo determinados requisitos de viabilidad, no alcanzan una determinada renta de referencia. Dicha propuesta no deja de ser una opción política entre otras posibles. Pero ninguna se traducirá en una PAC eficaz si no se corrigen definitivamente sus anomalías e incoherencias y se apuesta por focalizar de manera más precisa sus objetivos.

https://www.plataformatierra.es/actualidad/equiparacion-rentas-agricolas-promesa-pendiente-pac

Sobre la visión del comisario Hansen

La elevada ambición de los deseos del comisario Hansen contrasta con el carácter continuista de las políticas que propone aplicar. Por tanto, difícilmente cabe esperar mejoras reales en la equiparación de la renta de los agricultores profesionales, ni en la reducción de la carga burocrática que soportan si no se abordan reformas de calado.

Publicado en Agronegocios el 8 de abril de 2025.

Retos de la Política Agraria (V).

Pronunciarse sobre los Fondos de inversión y el modelo agrario sobre el que sustentar la seguridad alimentaria europea.

8 de febrero de 2025

Dado que la agricultura es objeto de una importante regulación y apoyo público, la política agraria no debería permanecer ajena a la entrada masiva de fondos de inversión que se está produciendo.

No cabe cuestionar, ni mucho menos limitar, la decisión de que unos u otros agentes privados decidan apostar por la agricultura al igual que por cualquier otra actividad económica. Por el contrario, debe preservarse el marco jurídico que otorga la libertad de hacerlo. Asimismo, debe preservarse la libertad de los propietarios para vender o arrendar sus tierras a quienes quieran.

Sin embargo, la política agraria está obligada a analizar las consecuencias que, sobre el sistema agroalimentario, sobre el mundo rural y sobre la propia política agraria, tiene la apuesta agrícola de los fondos de inversión.

La política agraria vigente en la Unión Europea (PAC) es una política conceptualmente dirigida al apoyo de la renta de los agricultores, no de la rentabilidad de los capitales. Aunque dista mucho de resultar eficaz, es el enfoque que legitima actualmente la PAC, es decir, el que justifica destinar a dicha política la cuarta parte del presupuesto de la UE y que, por cierto, suponía las tres cuartas partes en 1985.

Por otro lado, la política estructural agraria europea, enmarcada en el llamado Segundo Pilar de la PAC y que permite destinar fondos públicos al regadío, a la modernización de explotaciones, a la incorporación de jóvenes, a la agricultura ecológica o a las medidas agroambientales, se legitima en el modelo de agricultura familiar y su papel determinante en el sostenimiento del mundo rural. Es cierto que el apoyo político al modelo familiar es tan teórico como retórico, pero es dicho modelo el que dice proteger la PAC.

Una primera consecuencia de la entrada masiva de capitales atendiendo a legítimos criterios de rentabilidad financiera en un sector que recibe ayudas por hectárea, sin relación alguna con el nivel de renta del beneficiario y cuya mejora estructural (regadíos, maquinaria, comercialización, etc.) también es objeto de una significativa ayuda pública, permite que los fondos de inversión capitalicen tales ayudas. 

La ambiciosa apuesta ambiental europea, inevitablemente acompañada de exigentes condiciones administrativas, mientras ahoga al modelo familiar agrario genera incentivos financieros a unos fondos que pueden incluso diseñar ad-hoc su gestión.  El cobro por fijación de carbono y por la prestación de otros servicios ambientales que el propio sector agrario demanda y que las autoridades comunitarias estudian introducir ya forma parte, de hecho, de la apuesta inversora.

Incluso la reivindicación de “precios justos” que concentra las protestas y exigencias de los agricultores, y a las que desde la política agraria trata de dar respuesta tratando de “innovar” en el marco de las normas sobre la competencia y el mercado, constituye otro incentivo para los inversores que apuestan por las economías de escala en la producción, así como por el encarecimiento de la alimentación, en particular, la del reducido elenco de productos sobre los que centran su atención.

La agricultura familiar ha demostrado su capacidad para ofrecer una alimentación segura y asequible. No cabe plantear duda alguna sobre la capacidad del modelo corporativo para ofrecer garantías de seguridad, en términos de salubridad, e incluso con mayor eficacia en el logro de los objetivos ambientales en función de los que la UE condiciona la ayuda agrícola. Sin embargo, su apuesta por el encarecimiento de la alimentación unida a su estrategia de escala puede traducirse en una grave amenaza para la seguridad alimentaria de los sectores sociales más vulnerables. 

Los responsables políticos, así como los representantes del propio sector deberían pronunciarse sobre el modelo de agricultura que el presupuesto público debe apoyar. Porque los dos modelos, el familiar y el corporativo, exigen políticas completamente diferentes. Mientras el primero necesita de una política agraria eficaz de apoyo a la renta y al mundo rural, el segundo exige más bien sustituir aquélla por otra de apoyo directo al consumidor. 

En reconocimiento y agradecimiento a Javier Lambán.

1 de Febrero de 2025

Hace pocos días, Javier Lambán, anunciaba su retirada de la política institucional tras 40 años de dedicación a la misma. Dado que tuve la suerte y el honor de formar parte de su Gobierno durante las dos legislaturas en las que presidió la Comunidad Autónoma de Aragón (julio de 2015 -agosto de 2023) quiero unirme con este breve escrito a las muestras de afecto y reconocimiento que ya ha recibido.

Cuando de manera totalmente inesperada, dada mi falta de experiencia y de afiliación política, me propuso ser consejero de Agricultura y Medio Ambiente de su gobierno me insistió en que su objetivo prioritario era la recuperación de las políticas sociales y que, en materia de agricultura, agroalimentación, desarrollo rural y medio ambiente había que tratar de hacer lo mejor para Aragón sin ningún otro condicionante político, y mucho menos partidista. Puedo dar fe de que así fue, incluso en los momentos más críticos y difíciles de las dos legislaturas.

Este enfoque tan generoso y valiente para con Aragón del presidente Lambán me permitió, por ejemplo, defender en todo momento una reforma en profundidad de la PAC con el único propósito de favorecer el modelo de agricultura familiar y profesional. Todo ello al margen de cualquier estrategia u oportunismo político-partidista, como de la posición del Ministerio de Agricultura, tanto en la etapa de Isabel García Tejerina (PP) como en la de Luis Planas (PSOE) a quienes, en justo reconocimiento, también tengo que agradecer el respeto y buen trato que siempre nos dispensaron.

La prioridad de los intereses de Aragón frente a cualesquiera otros que en todo momento me trasladó el presidente Lambán como guía fundamental de actuación, también hizo posible un nuevo modelo de financiación que, exigiendo mucho mayor compromiso a los regantes, permitió la transformación de más de 30.000 hectáreas de nuevos regadíos que llevaban esperando décadas. Para hacerlo posible, así como afrontar las permanentes tentaciones trasvasistas de los “Gobiernos de Madrid” o para avanzar en la protección de la Ribera del Ebro frente a las avenidas, también hubo que defender, con la debida y obligada lealtad institucional, pero a fondo y sin complejos, los intereses de Aragón, tanto en la etapa del presidente Rajoy como en la del presidente Sánchez.

Podría detallar otros muchos avances en materia de agricultura, agroalimentación, desarrollo rural y medio ambiente que, a pesar de la grave pandemia del COVID-19, se derivaron de esa preferencia de Javier Lambán por el desarrollo de Aragón y el bienestar de los aragoneses frente a cualquier otro interés personal y partidista, así como en el marco de la unidad y estabilidad de España como nación y comunidad política con la que se identifica Aragón.

Pero no es mi propósito reivindicar logros, sino agradecer y reconocer la generosidad y altura de miras de quien presidió Aragón entre 2015 y 2023 y de quien aprendí que existen valores políticos y éticos muy superiores a los de cualquier política sectorial o partidista. Todo lo contrario de lo que predomina en la actual política española que, fruto de su incoherencia y falta de rigor, no hace más que aumentar la desafección ciudadana y, consecuentemente, dañar la democracia.

¿Un nuevo comisario de Agricultura para que todo siga igual?

31 de Enero de 2025

Poco tiempo ha necesitado el nuevo comisario europeo de Agricultura, Christophe Hansen, para rebajar las expectativas que sobre una verdadera reforma de la PAC había podido llegar a crear el Informe sobre el diálogo estratégico sobre el futuro de la agricultura europea presentado el pasado 4 de septiembre de 2024 a petición de la propia presidenta de la Comisión Von der Leyen al final de su primer mandato.

En declaraciones recientes el Comisario Hansen ha apostado por la continuidad de la actual formulación de la PAC. Eso sí, también ha dicho que sin descartar un mayor apoyo a determinados colectivos como los jóvenes.

Prometer más apoyo a los jóvenes, apostando a la vez por la continuidad de la PAC vigente, no solo encierra una profunda incoherencia, sino que es una amenaza para los propios jóvenes que se incorporan por mucha ayuda que, en el marco vigente, se les prometa.

Porque las ayudas por hectárea, con elevadas exigencias ambientales y administrativas, no son las que necesita el modelo familiar y profesional al que los jóvenes se incorporan. Sí que son, por el contrario, las más atractivas para el modelo corporativo y los fondos de inversión que, apostando por el encarecimiento de la alimentación y el cobro por fijación de carbono y otros servicios ambientales, reducirá la agricultura familiar a su mínima expresión sino se abordan con urgencia las reformas necesarias en su favor, que no parece que vaya a promoverse desde la política, ni tampoco desde las Organizaciones Profesionales Agrarias.

Retos de la Política Agraria (III)

El negacionismo biotecnológico dominante en la UE en relación con la agricultura supone un grave impedimento, no solo para la competitividad y la seguridad alimentaria, sino también para la sostenibilidad ambiental de la agricultura europea y su adaptación al cambio climático.

Publicado en AGRONEGOCIOS el 27 de septiembre de 2024.