Para los privilegiados del mundo desarrollado la seguridad alimentaria es garantía de inocuidad, es decir, de no enfermar comiendo. Sin embargo, para la mayoría de la humanidad consiste simplemente en poder comer a diario lo suficiente. Sigue leyendo
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¿Habrá para todos?
Haríamos bien en empezar a preocuparnos por la suficiencia de alimentos o, mucho mejor, en hacer lo necesario para que asegurar que lleguen para todos. Sigue leyendo
Congreso Nacional de Desarrollo Rural.
Congreso organizado por el Colegio de Ingenieros Agrónomos de Aragón, Navarra y País Vasco en el marco de la Feria Internacional de Maquinaria de Zaragoza (FIMA).
Conclusiones del Primer Congreso (2008)
Conclusiones del Segundo Congreso INNOVAR EN EL TERRITORIO (2010)
Conclusiones del Tercer Congreso COOPERAR PARA COMPETIR (2012)
Fondos de pensiones e inseguridad alimentaria.
Exigir a nuestros políticos que cumplan con su misión aplicándose, con mucha mayor responsabilidad y eficacia, al desarrollo de las buenas políticas públicas que se necesitan para garantizar que la agricultura cumpla con su misión esencial: alimentar a todos correctamente. Sigue leyendo
Fondos de pensiones e inseguridad alimentaria.
Los políticos deberían hacer buenas políticas públicas para que la agricultura alimente a todos correctamente. Sigue leyendo
El vino. Alimento saludable y valor cultural.
El vino forma parte de la dieta mediterránea y, consumido con moderación, es bueno para los adultos sanos. Sigue leyendo
La urbanización del mundo y los neomalthusianos.
Hacer predicciones y equivocarse parece ser la norma, sobre todo cuando priman los prejuicios ideológicos y se abordan preguntas para las que la ciencia no tiene respuesta. Sigue leyendo
Biscarrués: el regadío como solución.
Para abastecer los regadíos de Aragón hacen falta más embalses tal y como contempla el Pacto del Agua, el de Biscarrués entre ellos. Sigue leyendo
Hosni Mubarak y el trigo.
Es necesario que la sociedad asuma que la agroalimentación debe tratarse, políticamente, como algo estratégico. Sigue leyendo
LA PIRÁMIDE, EL TRIGO Y LA CUADRATURA DEL CÍRCULO. (J. Olona. Heraldo de Aragón 24-10-2010)
El progreso de la humanidad depende, en gran medida, de su capacidad para alimentar a la población liberarando, al mismo tiempo, recursos para otros fines. Esto implica un continuo crecimiento de la productividad agrícola, que a lo largo de los tiempos ha aumentado de forma excepcional. El Antiguo Egipto consiguió liberar del campo al 5% de su población total, lo que resultó determinante para su desarrollo. La Gran Pirámide pudo requerir una inversión equivalente a 1 millón de Tm de trigo. Más o menos, es el excedente que tuvieron que generar los tres millones de agricultores existentes para sostener a las 100.000 personas, con sus correspondientes familias, que trabajaron durante 20 años en la construcción del monumento.
El incremento experimentado por la productividad del trabajo agrícola, ha sido la clave para que en el mundo avanzado actual, menos de un 5% de la población total, sea capaz de alimentar a más del 95% restante. El trabajo de un año de tan sólo mil agricultores actuales resulta suficiente para producir la misma cantidad de trigo obtenida por los tres millones de agricultores del Antiguo Egipto, trabajando de sol a sol durante 20 años. Así, en 3.000 años y gracias a los sucesivos avances tecnológicos, la productividad de los agricultores se ha multiplicado por 60.000. La tecnología agraria ha permitido que la mayoría de la gente del mundo desarrollado actual pueda dedicarse a otros menesteres ajenos al campo. Sin esa tecnología, nuestra cultura simplemente no existiría y, con toda seguridad, este mundo en el que mueren de hambre diez niños cada minuto, sería todavía peor.
Los sucesivos avances e innovaciones agroalimentarias, de un modo u otro basados en la ciencia y en la tecnología, han sido claves para que la economía actual se haya extendido mucho más allá de la satisfacción de las necesidades vitales. Habiendo contribuido a liberar ingentes cantidades de recursos de todo tipo, la tecnología agraria ha permitido destinarlos a muy diferentes fines de desarrollo y bienestar. Hace 3.000 años, un millón de Tm de trigo representó una inmensa riqueza: la que exigió la Gran Pirámide. Sin embargo, hoy en día, esa misma cantidad de trigo, puede comprarse por 150 millones de Euros, importe que no alcanza para construir 3 km de autopista.
La descomunal devaluación histórica sufrida por el trigo, y en general por las materias primas agrícolas, aunque no ha beneficiado a los agricultores, ha resultado determinante para el desarrollo económico y el bienestar general. La disponibilidad de alimentos, cada vez más baratos y seguros, no sólo generaliza el acceso a la alimentacion, sino que hace posible extender el consumo y la demanda a otros muchos productos y servicios no alimentarios, que suponen entre el 85 y el 90% del PIB de las economías desarrolladas. La importancia, urgencia y necesidad de proveer de alimentos asequibles a los más de 2.000 millones de pobres y hambrientos, ya no es cuestión de economía, sino de justicia y dignidad.
El mundo, tanto el desarrollado como el que quiere serlo, exige alimentos más y más baratos, al tiempo que también exige precios más altos para sus productores. Esto conduce a un complejo dilema. No existiendo recetas mágicas, sí hay caminos equivocados e, incluso, disparatados. Por ejemplo, poner la agricultura al servicio prioritario del conservacionismo en vez de a la alimentación. O, por ejemplo, apostar preferentemente por la agricultura tradicional, en vez de hacerlo por su mejora en base a los avances científicos y tecnológicos. La idea, muy extendida en la UE, de que la tecnología proporciona alimentos inseguros o peligrosos, siendo falsa, supone una de las principales barreras para afontar en serio el dilema agroalimentario. Pretender abaratar los alimentos y elevar las rentas de los agricultores, sin innovación, es como intentar dibujar, con la única ayuda de una regla y un compás, un cuadrado de la misma área que un círculo dado, algo matemáticamente imposible de lograr.